Una mujer montada sobre un hombre de gran musculatura a cuatro patas se acercaba a nosotros a buen ritmo. Desde mi altura pude observarlo todo con mucho detalle. El hombre estaba completamente atado y dominado por la mujer que lo guiaba. De igual forma que yo, llevaba sus piernas dobladas hacia atrás y tanto en manos como en pies, sus ataduras dejaban una marca en el suelo, esta vez con forma de herradura. La cabeza del macho estaba ocupada en los estribos de cuero que pasaban de un lado al otro de su boca y que eran sostenidos por la mujer.
Además, sus ojos estaban casi tapados con una especie de casco de cuero que acababa graciosamente en unas plumas. Sobre su espalda parecía llevar una silla de montar de cuero más pequeña de lo común, como preparada para la espalda de un hombre, con reposapiés a ambos lados. La jinete iba totalmente cómoda sobre la arqueada espalda del desdichado pony, dando pequeños saltos acompasados con cada movimiento. Era una mujer rubia, joven, seguramente menor de 30 años.
Iba vestida como una cowgirl, con su pantalón vaquero ceñido, su camisa a cuadros y un sombrero para protegerse del sol. Parecía que disfrutaba con el paseo, incluso reía algunas veces mientras espoleaba al hombre para imprimirle velocidad, mientras que éste respiraba sonoramente por el esfuerzo. En un instante pasaron por mi lado y pude ver el estupendo culo de la ama, sobre la montura de cuero. Me había quedado totalmente sorprendido. A pesar de la musculatura del hombre, parecía estar sufriendo mucho para llevar a la despreocupada mujer a buen trote, mientras que ésta hacía uso de él como un simple animal. Irene se percató de mis miradas…
– Como puedes observar, has tenido suerte de que tu novia haya decidido utilizarte como perro y no como caballo. Como aprenderás en las clases de Ultrafeminismo, las mujeres os utilizamos para muchos propósitos, y en la academia tenemos distintos tipos de entrenamientos según los deseos de cada mujer.
A pesar de lo retorcido de toda su explicación, me llamó la atención que se refiriera a Clara como mi novia, cuando esto era totalmente falso. ¿Habría engañado Clara a la directora de la Academia para que me aceptaran con ese pretexto? Pero, ¿qué importaba ya esto, al fin y al cabo?
– Los animales que son entrenados para convertirse en caballos suelen tener una vida media mucho más corta teniendo en cuenta los trabajos a los que son sometidos. Éste fuerte espécimen bien podía acabar arando un campo o como caballo particular de una mujer rica. No sabes la suerte que has tenido… – dijo tirando de la cadena
Realmente, todo esto estaba tomando proporciones gigantescas. ¿Cómo que utilizar a los hombres para distintos propósitos? ¿Cuáles eran esos retorcidos propósitos? Tras el corto paseo, Irene me devolvió a la celda. Como ella me recomendó, intenté dormir, aunque no pude conciliar el sueño, la cabeza me daba vueltas y mi futuro era cada vez más incierto. Tras las emociones del
día, mi hambre había vuelto a despertar, pero comprendí que en aquella situación debería esperar a que me tocara el turno. Me sorprendí a mi mismo tumbándome tal y como me habían enseñado y esperé pacientemente que vinieran a recogerme. Me seguía sorprendiendo el silencio que reinaba en mi cubil, ya que ninguno de los otros hombres había intentado escapar, ni siquiera se habían quejado en todo el tiempo que pasaban allí. Debía intentar resignarme en parte, los métodos de las mujeres para dominarnos tenían resultados…
La puerta de la habitación se abrió e Irene volvió a sacarme de la jaula. Tenía ganas de volver a comer así que supuse que si seguía cómodamente a mi cuidadora podría obtener algo de comida humana…cuán equivocado estaba. Nos detuvimos ante una sala oscura cuya puerta abrió una mujer con unos zapatos de tacón negro vinilo de aguja, era lo máximo que pude discernir, a parte de una sensual figura. Parecía que todavía no era la hora de comer, así que me dejé guiar por el interior de la sala por la mujer, a la que Irene le había cedido mi correa sin ni siquiera pronunciar una palabra.
La sala era muy inquietante ya que podía notar la presencia de otros hombres a mí alrededor, pero el silencio y la oscuridad no presagiaban nada bueno. La mujer se movía rítmicamente sobre el frío mármol, con una linterna en una de sus manos. Tras atar mis extremidades y cuello a unas argollas del suelo, acomodó mi cabeza en lo que parecía ser un soporte que impedía que se moviese en ninguna dirección y que mirara fijamente al frente. Comencé a ponerme nervioso, ¿qué otra locura tendrían en mente mis captoras? De pronto, me cayeron unas gotas en los ojos que me hicieron gruñir levemente, estaba totalmente inmovilizado. Escuché como los tacones se alejaban de mi posición hasta que pararon y una voz imperativa resonó en la habitación:
– Bienvenidos a la clase de Ultrafeminismo de hoy. Para los nuevos, os diré que soy vuestra adiestradora Carmen, psicóloga ultrafeminista. Esta sesión diaria será utilizada para que comencéis a entender realmente lo que conlleva la supremacía femenina y que lo aceptéis completamente para el resto de vida que os queda. Eso facilitará el trabajo de vuestras amas. A continuación tendréis una sesión de diapositivas y película durante dos horas. Sin descanso y como ya he dicho a diario. Mantened los ojos bien abiertos…
Seguidamente, se encendió una pantalla que había justo enfrente en la dirección en la que se había fijado mi cabeza. Me encontraba en una situación incómoda pero me encontraba inmovilizado y no podía librarme de mis ataduras. La proyección comenzó, se observaba un dibujo de la evolución que me llamo la atención. Uno tras otro, unos dibujos representaban en fila india los distintos estadios de la evolución. Tras el Homo Habilis, aparecía el Homo Sapiens, hombre actual, y al final, una mujer vestida de ejecutiva que llevaba un hombre completamente desnudo a cuatro patas, tirando de él por una correa. Las siguientes diapositivas mostraban texto, ilustradas con imágenes de dominación femenina. Lo que también llamó mi atención fue que las mujeres que aparecían en las fotos no aparecían en los típicos trajes de cuero ceñidos ni había hombres con máscaras, ni parafernalia Femdom, eran mujeres normales, con trabajos normales, que esclavizaban a sus correspondientes novios y maridos y los sometían a su voluntad.
– Qué os quede bien claro. Ya no sois personas, sois animales y tenéis que obedecer en todo a vuestras amas. Pero sobre todo, absteneos de pensar y dejaros llevar. Cómo vais a aprender durante estas clases, es vuestro destino adorar a las mujeres como seres superiores que son y conformaros con vuestro papel como bestias a su servicio. ¡Cuánto más tardéis en dejar de pensar, más sufriréis!
Esto es todo por hoy.
Esperamos que os haya gustado.
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