Relatos

Diversión en la terraza

Era un día de verano caluroso, haría unos 34 grados, yo estaba en la terraza de casa acostada en la tumbona bajo el toldo totalmente desnuda, y con agua fría al lado para refrescarme. Hacía mucho calor, llevaba tiempo sin acostarme con nadie y estaba con ganas de besar a alguien y practicar sexo. Pero hoy estaba en sola en casa así que tenía todo el día para mí sola. Bebí un poco de agua y me mojé los dedos, totalmente fríos ahora y mojé un poco mis senos, tenía demasiada calor. Poco a poco muy acariciando mis muslos, mi vientre, mi cuello, mis senos, me acercaba más a mis pezones, me alejaba de ellos, volvía a acariciarme los muslos rozando casi mi sexo, volvía a mi vientre y poco a poco fui adentrándome en mis placeres.
Estaba realmente necesitada, mi vagina ya estaba algo mojada y mis pezones bien duros y tiesos. Volví a echarme algo de agua en los pezones y empecé a tocarme bien los senos, los pezones, el contorno de mis pechos, a la vez ayudándome con los dedos a tocar mis labios vaginales. Estaba cada vez más mojada, empecé a rozar más mis labios vaginales y alertando al clítoris que pronto lo estaría oprimiendo. Pero había tiempo, así que con los dedos fui frotando bien todos mis labios vaginales, tocando levemente mi clítoris, insertando mi dedo levemente dentro de la vagina hasta alcanzar el punto G, rozándolo levemente, sacando el dedo nuevamente para entrar ya con dos dedos. Una vez dentro empecé a girarlos, a arquearlos, a explorar todas las zonas posibles a las que pudieran llegar y con la otra mano exploraba mi cuerpo, mis senos, mi vientre, mi cuello, mi clitorís, era una orquestra de sentidos.
Abrí el bolsito que tenía en el suelo, saqué de él a mi habitual amigo, lo encendí y le fui presentando primeramente a mis pezones, a mi vientre, a mi clítoris mientras yo seguía jugando con mis dedos dentro de mi vagina y tocando cada vez más a mi punto G. Mi vagina ya no podía más, estaba realmente mojada, así que saqué los dedos e introduje mi vibrador dentro de ella. Mi cuerpo se estremeció, hacía mucho que no la visitaban y mi vibrador proporcionaba un gran placer a mi zona sexual, provocandome que mi cuerpo se arquease prolongadamente mientras con la otra mano me tocaba los senos o el clítorís. Cada vez necesitaba más y más, por ello cada vez movía más y más a mi vibrador dentro de mí, en círculos, insertándolo y sacándolo con fuerza, hasta que mi vagina estalló, aunque yo estaba exhausta mi vagina pedía más y más, por lo que yo seguía tocándome.
Pocos segundos después salió mi compañero de piso por su terraza.
– Te he oído gritar. ¿Estás bien? Oh…vaya…lo siento…que corte.
– Ven.
– ¿Perdón?
Me incorporé levemente, lo agarré de su polo, lo acerqué a mí y empecé a besarle apasionadamente.
– Ya nos hemos acostado antes, déjate llevar.
– Pero Sammy
– Calla y sigueme el rollo, o no te lo perdono.
Él iba con una camiseta y un pantalón corto. Le quité la camisa rápidamente y empecé a meterle mano descaradamente mientras le sentaba en la tumbona. Él ya excitado recorrió todo mi cuerpo aportándome más placer a mis sentidos, sus manos tocaban con el punto exacto y sus labios no dejaban de besar mi nuca. Yo ya no podía más así que lo acosté del todo en la tumbona y le quité los pantalones y el calzoncillo muy rápidamente. Tenía la polla muy dura, algo curvada hacia atrás y sin prepucio como a mi me gusta. Además estaba depilada y eso me hacía pensar que la tenía mucho más grande y jugosa, así que empecé a chupársela lentamente mientras con una de las manos masajeaba sus partes más sensibles. Me excitaba mucho más ver como a Pablo le encantaba lo que hacía y se ponía bien cómo en la tumbona. Además es un chico un poco fibrado, piernas fuertes y el tórax nada flácido aunque sin tableta de chocolate. Como lo notaba muy excitado muy aumentando el ritmo, fui lamiendo solamente su glande mientras que con la mano le fui masturbando muy rápido y apretando un poco sus partes para que lo notase. Estaba como loco. Y yo también.
– ¿Te gusta?
– Sí. Lo haces muy bien.
Me puse de pié, lo levanté de la tumbona y me acosté en la tumbona. Él sabía que hacer. Se acercó a mí, me besó apasionadamente mientras me acariciaba suavemente mis labios vaginales y poco a poco fue bajando besando todo parte del cuerpo que se encontrara por el camino. Llegó a mi clítoris y empezó a lamerlo apasionadamente, ni muy fuerte ni muy flojo, dándole golpecitos con la lengua y girándolo en círculos para que a su vez mis labios también lo disfrutasen. Además él lo acompañaba insertando dos dedos dentro de mi vagina, aumentando el placer sexual. Estaba tan excitada, tan contenta, que mi cuerpo empezaba a arquearse muy prolongadamente, aumentando el flujo vaginal. Pedro entendía perfectamente mi ritmo, sabía darme lo que quería, no era necesario hablarle o pedirle las cosas. Mi cuerpo seguía arqueado pero él continuaba trabajando en el sexo oral, yo estaba tan excitada que provocó en mi un orgasmo intenso y duradero, de aquellos que arañas las tumbona para no gritar. Pasado levemente el orgasmo me acomodé nuevamente, lo miré y lo besé apasionadamente durante dos minutos tocándole nuevamente su sexo. Estaba realmente dura, firme, no había bajado en ingún momento después de proporcionarle sexo oral. La agarré y la excité tanto como pude mientras le besaba, hecho que a él le volvía loco. Me agarró con fuerza del pelo y me separó de él, acción que sabái que me volvía loca por sentirme indefensa totalmente. Me besó nuevamente, muy apasionado mientras ambos nos tocábamos el sexo hasta que yo no pude aguantar más. Me levanté, le agarré de la polla y fuí tirando de él para llevarlo a mi habitación.
Pero Pablo volvió a sorprenderme, agarrándome con pasión y empotrándome contra la pared. Agarró mis manos con la suyas para besarme alocadamente, yo estaba realmente excitada. No soporto que estando tan excitada me dejen en ascuas, eso me vuelve loca. Me abrió de piernas, me envolvió con sus brazos y me levantó varios centímetros del suelo, se acercó a mi sin dejar de mirarme y de un golpe metió su dura polla en mi vagina. Nunca lo habíamos echo anteriormente, por eso me sorprendí y gemí del placer al entrarme su sexo tan rápidamente. Era realmente gruesa para notarlo dentro de mí pero lo suficientemente delgada para no hacerme daño. Empezó a mover su entrepierna muy lentamente pero profundamente dentro de mi vagina. Poco poco fue aumentando el ritmo, yo tuve que agarrarme a él, rodeandole con mis brazos en su espalda para notar con más intensidad su polla dentro de mi vagina y de mi punto g. Creo que fue de las pocas veces en que gemí de verdad, estaba realmente excitada y complacida en todos los aspectos pero Pablo me estaba dando más y más. De repente paró, me cogió de la mano y me llevó al sofá. Él se tumbó boca arriba, quería descansar, así que yo para complacer todo lo que estaba haciendo me senté encima de él, metí su duro y mojado pene dentro de mí, la inserté hasta el fondo y empecé a cabalgarle. Él estaba disfrutando completamente, apoyé mis manos encima de su pecho y fuí cabalgando muy deprisa, yo no lo notaba apenas pero él estaba disfrutando como loco y yo también por lo que no perdí la excitación en ningún momento. Era muy excitante ver cómo me miraba Pablo, cómo me comía con los ojos y las ganas que tenía de tocarme los pezones o la vagina y yo no se lo permitía. Ante tanta insistencia me eché para atrás, eché mis manos para atrás y con la mano derecha empecé a tocarle los huevos mientras yo ahora le cabalgaba en círculos sin levantarme ni un centímetro de su pene.
– Ya casi estoy.
– Aguanta un poco más.
– Lo  intentaré.
Aún no habíamos hecho mi postura favorita, lo levanté del sofá, cogí un par de cojines, me coloqué a 4 patas y me acomodé sobre ellos. Él sabía muy bien lo que quería, así que se colocó detrás mio e insertó su dura polla dentro de mí hasta el fondo. Volví a gemir de placer y me provocó otro orgasmo.´Yo estaba tan satisfecha que él aprovechó para hacerme todo lo que quisiera, sabía muy bien que yo se lo permitiría, así que empezó a follarme duramente, muy rápido, hasta el fondo, sin bajar el ritmo, subiéndolo cada vez más, yo no dejaba de notar una gran intensidad dentro de mí. Estuvimos así como cuatro minutos, sin parar, él me agarró del pelo y tiró de él, arqueándome el cuerpo y provocando que notase mucho más cuan fuerte y profundo me la estaba metiendo.
– Sigue, no pares.
– Ya aguanto poco.
-Sigue, solo un orgasmo más.
– ¿Uno solo?
No entendí bien la pregunta, pero a los cuatro segundos ya tenía su otra mano aposada en mis labios vaginales y clítoris, aportándoles una gran vibración con un sinfín de movimientos circulares muy rápidos y secos de sus dedos. Yo quería resistirme por la vergüenza pero me tenía de tal manera que un solo movimiento se lo pondría más fácil al perder el punto de apoyo. Estuvo ahí, metiendo y sacando su dura polla con un ritmo bárbaro, muy fuerte aunque menos rápido, estirándome del pelo para notar bien su polla dentro de mí y tocando mis ardientes partes. Cada vez notaba más cómo se mojaba mi vagina y su interior y además Pablo no paró el ritmo en ningún momento. Una sensación muy fuerte se apoderó de mi que sólo permitía estrujar mi cuerpo, las manos empezaron a arañar al sofá, los brazos y los pies se tensaron, los dedos de los pies se estiraron…y Grité. Jamás pensé que lo diría. Pero en ese momento tuve mi primer squirt. Y mojé a Pablo.
– Lo siento.
– Tranquila
– Siéntate, también debes terminar.
– Ya terminé.
– Dentro
– En tus nalgas.
Toqué mis nalgas y ahí estaba esa masa viscosa y pegajosa. Acerqué un par de dedos, los unté bien, sequé bien la zona, lamí mis dedos y tragué. Acto seguido, me abracé a Pablo, nos besamos, nos tumbamos en el sofá….y nos dormimos.

Esto es todo por hoy.
Esperamos que os haya gustado. 
No olvidéis comentar y compartir esta entrada en vuestras redes sociales. Es un minuto y ayuda inmensamente a la web.

No Comments

    Deja un comentario

    error: Content is protected !!
    Don`t copy text!
    A %d blogueros les gusta esto: