Había mucha gente en la calle. Nada extraordinario, las fiestas de la Mercè en Barcelona siempre están llenas. Muchos turistas, calor y ropa ligerita. El comienzo del Correfoc siempre crea un punto de tensión nerviosa. Gente expectante esperando que empiece a correr la pólvora y las chispas de fuego entre la multitud y mucho guiri que no sabe la que se avecina y va tomándose su birrita, como si estuviera en un concierto.
Cuando se abrieron las Puertas del Infierno y empezaron a lanzar fuego los dragones y los “diables”, allí estaba junto a mí una rubita no muy alta pero bien redondeada, veinteañera, con la cámara en una mano y la cerveza en la otra, chillando, muy excitada, acercándose a los “diables” para retratarlos entre la gente y luego, cuando caían las chispas, retrocediendo hacia la gente y allí detrás estaba yo. Me acerqué, ella echó hacia atrás y su ligero vestido blanco corto rozó mi mano. Uff, se podía intuir su piel suavecita. No podía tirar atrás, estábamos comprimidos por la multitud y mi mano acarició su dulce, joven y redondito culo.
Ella parecía más ocupada en sus fotos y seguía riendo con otros dos chicos que entre la multitud se acercaban y separaban. Pasó otro dragón cerca y ella tuvo que echarse para atrás sin salida posible más que mis manos. Esta vez quise tocar su piel, le levanté un poco el vestido como en un descuido y pude palpar sus nalgas. ¡Qué delicia! La redondez de su culo y un tanguita breve en medio. No me reprimí y la sobé todo lo que pude. Ella estaba muy excitada con el espectáculo. No sé si ni se daba cuenta o es que le parecía parte de la fiesta este contacto tan íntimo.
Repetí el acercamiento varias veces. Cada vez con más descaro, le levantaba el vestido y le sobaba el culo, recorría su tanga y hasta le insinuaba un dedo en su coñito.
Nuevamente se agolpó la gente y ahí ya con todo el descaro sujeté hacia arriba su vestido y ella sacó su culo hacia fuera. Cogí su tanguita, lo corrí a un lado y mi mano asió su culo fuertemente dejando los dedos libres por delante para acariciar su sabrosísimo coño.
Ella no paraba de hacer fotos y agitarse pero ahora sin moverse del sitio, aguantando los empujones. Su cara seguía mostrando señales de nerviosismo y grititos. Le estaba haciendo una buena paja entre la multitud. Su coño estaba bien mojado. Seguí y seguí, vestido arriba y bragas a un lado, con mi polla bien dura insinuándose en su culo y frotándole su clítoris que ya era como una piscina.
El dragón se acercaba hacia nosotros echando fuego. Las chispas caían entre los dos mientras yo no cedía y ella se agitaba en mis manos. Una chispa enorme cayó sobre su escote en el momento que ella lanzó un gritito: “Mmmmm, síiiiiiii”. Se estaba corriendo sobre mi dedo.
El movimiento de la gente asustada nos empujó y caímos al suelo. Su amigo la recogió. Ella sacudió su vestido y a mi la multitud me aprisionó y se me llevó hacia el otro lado de la calle.
Cuando conseguí recuperarme, la vi alejarse con su vestido blanco cortísimo. Creo que seguía riendo y haciendo fotos. Se llevó un buen reportaje de las fiestas.
Esto es todo por hoy.
Esperamos que os haya gustado.
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