Relatos

Llegando al Clímax

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Mi amiga Sharon Stone es muy lista. Algunas mujeres, no tanto. Y es que hoy, no se por qué, quizás por ser esta noche de verano ya trae olores de azahar, de galán y de inocencia interrumpida por una suave brisa, que me hace sentarme aquí, delante de mi querido portátil y replantearme exactamente hasta qué punto de peligrosa puede ser una combinación de Sexo y Mentiras. Mentiras y Sexo. Al final, lo que importa es el resultado que obtengamos y no tanto si se ha conseguido. Pero, ¿y cuando sabemos que estamos mintiendo? ¿Acaso no hay un toque de placer en lo prohibido?

No se me escapa una. Y si la dejo escapar, es porque simplemente, no me interesa, o viene algo mejor después. Y aunque dicen que agua pasada no mueve molino, siempre es reconfortante ver a lo lejos como a pesar de lo que algunos Quijotes definían como gigantes, siendo unos simples molinos, se empiezan a convertir en historias clandestinas de las que muy pocos sabemos la verdad, a pesar de que el Quijote se afane en contentar a la Dulcinea de turno que le costea sus caprichos, sus caballos de hojalata. Me pregunto qué pasará el día que despierte de ese dulce sueño y se de cuenta de que el ingenioso caballero es un cuento aparte en el que cual pinocho de madera, miente más que habla. Pero tal y como dicen por esas tierras lejanas de cuyo nombre todos los días él recuerda, no hay mal que cien años dure ni mentira que no se descubra. Bueno, el refrán no era así, pero como tiene tan mala memoria, quizás ni se de cuenta.

Orgasmos. Tantos como hombres. Tantos como puedas fingir. Tantos como puedan creerse. Y es que he descubierto recientemente hablando con mis compañeras que en algunas ocasiones es necesario por salud y en otras ocasiones por agotamiento. Porque fingir un orgasmo no es fácil. Y hacerlo creíble, mucho menos. Porque aunque los hombres también presumen de conseguirlo, en ese aspecto nosotras lo tenemos mucho más accesible.

No me gusta no decir lo que pienso, pero les veo esos ojitos blancos, esa boca abierta y esas ganas que gritan por los poros de la piel que quieren llegar al climax que me hace replantearme, ¿es que no le damos la importancia que se merece? ¿Lo subestimamos en ocasiones fingiendo donde no hay?
Lo reconozco. He fingido. Y en varias ocasiones. Y en varias ocasiones con la misma persona, porque simplemente me cansaba, y no precisamente en el buen sentido de la palabra. Es por supervivencia. Algo así como un punto final anticipado. Te vuelves a poner el pelo en su sitio, bebes un poco de agua y le das una palmadita en la espalda por el buen trabajo realizado. Él se siente satisfecho y tu tranquila para hacer otras cosas. ¿Cómo suena eso? Como una realidad muy presente en nuestros días. Aunque es mejor no preguntar, porque todos van a mentir. Y volvemos de nuevo a lo mismo.

¿Cómo describirías un orgasmo? Esa fue la pregunta que les lancé aquella tarde a mis amigas mientras nos tomábamos un batido de chocolate gigante.

-Para mí como terminarme ese batido: un récord.-dijo dando un trago.
-Pues yo creo que como un estornudo, algo así como unas ganas tremendas de que te viene y en un abrir y cerrar de ojos, ya se ha ido todo-comentó otra en voz baja.
-Pues para mi-respiré intentando acordarme del último-es como un cosquilleo que empieza en la punta de los pies y que va subiendo por todo el cuerpo a la vez que me viene una oleada de calor que me produce un leve escalofrío, una sacudida de abajo arriba y…

Por qué será que muchas veces, por no herir el machito ego masculino nos aguantamos y preferimos hacerles creer que en realidad han hecho un buen trabajo cuando sabemos que lo han dejado a medias. Me da la sensación de que muy pocos saben exactamente dónde tienen que ir directamente. Y no, olvidaros, no nos gusta que seáis directos. Preferimos la sutilidad de un beso dulce y tierno en los labios, que se van humedeciendo lentamente con la punta de la lengua, mientras las manos van rodeando los hombros buscando la parte de atrás del sujetador, a la vez que os acariciamos el pelo, rozando la espalda con las manos y llegando hasta la parte del cinturón que marca vuestra cintura. Y ahí sin mirar, con destreza, dejar que los pantalones caigan al suelo al compás de nuestra ropa interior. Y mientras nos vamos reclinando sobre la cama tus pies y mis piernas juegan a conocerse de nuevo. Echo la cabeza hacia atrás, muerdes mi cuello. Cierro los ojos se me escapa un pequeño gemido al notar que me estas apuntando. Otra vez. Y tus manos contonean cada forma voluptuosa de mi cuerpo aunque ya se la conocen de memoria.

Mi lengua se encuentra con tu pecho que va recorriendo tu pecho, succionando algunas partes como a ti te gustan.  Te miro. Me miras. Sonríes. Quieres que siga. Yo digo que no. ¿Quieres que juguemos un rato? ¿Quién quieres que sea? ¿Quién quieres ser tu? No lo digas. Cállate la boca y no mientas más.

¿Quieres saber qué siento cuando tu no estás? Un autentico orgasmo puedes tenerlo ahora, aquí, conmigo. ¿Has visto tus manos? Esas te pueden ahora ayudar.

Esto es todo por hoy.
Esperamos que os haya gustado. 
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firmagrey

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