El próximo 21 de julio es el día mundial de la mascota favorita en el mundo, con permiso de los gatos, y por ello ésta semana va a estar dedicada a ellos. En el sexo, sobretodo en el BDSM, se habla mucho de juegos y la animalización perruna de la parte sumisa. Por ello vamos a aclarar más detalladamente cómo hacerlo sin morir en el intento. Como no queremos que os aburráis en el intento de lectura, os dividiremos el artículo.
Dogplay, puppyplay, petplay… Hay un sinfín de términos pero ninguno significa lo mismo. No os vamos a abordar con las diferencias, sino en la unidad: el juego o estilo de vida en el que una de las partes simula ser muy perruna. Leerás por muchos sitios que es una práctica más parafílica ya que se basa en el deseo de sentirse animal y que por ello se trata de una relación sexual autozoofilica en caso de la misma. Recuerda que para que sea parafilia alguno de los dos no debe tener cabida en el juego, consecuente, permisivo o consensuado. En este caso, se supone que lo está, por lo que hablamos, si un caso, de fetichismo (o fetiche) y no de parafilia.
¿De qué se trata exactamente?
Se trata de una variante sexual en el que una persona adopta el rol de perro, o cachorro, y otra se convierte en el dueño o entrenador. Pese a ser un juego sexual, ya que puede tratarse de fetichismo, fantasía y otras definiciones varias, el sexo no es necesario para realizar esta práctica. Además sirve para liberar la parte animal del interior, dejarla aflorar sin temor.
Puede llegar a sorprender el estrecho vínculo que se forma entre la parte animalizada y la parte entrenadora, dominante, debido a la sensación relajante que obtiene la persona sumisa y el sentimiento de poder que obtiene su dueño/a.
Hay que descartar esta práctica como una práctica exclusivamente humillante, normalmente es agradable, liberadora y excitante para sus practicantes y se basa en la confianza de ambos y recrear las escenas de otra manera, no es exclusiva para degradar, humillar y tratar mal a la parte sumisa.
En muchos casos este tipo de juego, y los «hermanos» cuando se cambia el animal (gato, pony, vaca-toro, cerdo… etc) van más allá por ambas partes, incluyendo modificaciones corporales (argollas, piercings, etc) para hacerlo más realista, pero no es ni por asomo necesario. Si te hemos asustado ante esta idea lo sentimos, pero hay que informar de todo, puedes seguir leyendo que esas ideas ya no volverán a ser mencionadas de forma tan gráfica. Mañana más.
¿Cómo empiezo a ser un/a perro/a?
Podría decirte que empieces a caminar a cuatro patas y ladrar, que hay que hacerlo, pero te estaría mintiendo ocultándote mucha más información.
1.- Ten en cuenta el tipo de rol que vas a seguir.
2.- Despreocúpate de las inquietudes que tengas.
3.- Diviértete.
4.- Compórtate como lo haría un/a perro/a. Si no lo haces ya intentarán corregirte, no te preocupes en cómo hacer las cosas. Simplemente hazlas.
5.- Reflexiona sobre cómo se comportaría un can. Si le tiran la pelota, va a buscarla; si te acarician, mueves la cola…
¿Cómo hago de Entrenador/a?
Ya sea entrenador/a o Dueño/a el rol que vayas a elegir, sólo debes preocuparte de no desorientar a la parte sumisa ordenando con indicaciones que a un perro real no le dirías. Debéis tener claro si lo que debe aparentar y en lo que ambos debéis esforzaros es mostrar físicamente a un perro (ladrar, caminar, etc) o psicológicamente (dejar la mente en blanco, etc.)
Por ejemplo: Un perro nunca cocinaría, no sabría ni por dónde empezar, ya que no está entrenado para ello. En cambio el segundo sí, ya que lo que hablamos es tener una mente mucho más relajada; eso sí no le pidas que vaya detrás de la pelota como un can.
Cualquier duda de lo explicado hasta ahora, y de lo que queda de post, no dudes en preguntar. Ya sea en comentario o mediante el formulario de contacto.
Esto es todo por hoy.
Esperamos que os haya gustado.
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